Este artículo pretende profundizar en las estadísticas, arrojar luz sobre la prevalencia de las LCT (lesiones cerebrales traumáticas) y subrayar la necesidad de una mayor atención y de medidas preventivas.
Lo que dicen los datos
Según los datos más recientes disponibles de 2021, las lesiones cerebrales traumáticas siguen siendo una causa alarmante de hospitalizaciones y muertes en todo Estados Unidos.
En el año anterior, 2019, hubo un estimado de 223,135 hospitalizaciones directamente relacionadas con LCT.
Se observó un repunte en 2021, cuando las muertes relacionadas con las LCT alcanzaron la asombrosa cifra de 69.473. Estas cifras se traducen en más de 611 hospitalizaciones y 190 muertes cada día atribuibles a LCT.
Sin embargo, es importante reconocer que estas cifras sólo ofrecen una imagen parcial de la situación. Esto se debe a que no tienen en cuenta un número significativo de traumatismos craneoencefálicos que se tratan en servicios de urgencias, centros de atención primaria, centros de atención urgente o, lo que es más preocupante, aquellos traumatismos craneoencefálicos que no reciben ningún tipo de atención médica.
Por lo tanto, la prevalencia real de las LCT podría ser mucho mayor de lo que sugieren estas cifras.
Un examen más detallado de la distribución demográfica de las hospitalizaciones y muertes relacionadas con las LCT revela que los adultos mayores, en particular los mayores de 75 años, son el grupo más afectado.
Este grupo de edad representó aproximadamente el 32% de las hospitalizaciones relacionadas con LCT y el 28% de las muertes relacionadas con LCT. La vulnerabilidad de este grupo de edad a las LCT exige estrategias de prevención adaptadas y un mayor apoyo sanitario.
La disparidad de género es otro aspecto notable de las estadísticas de las LCT. Los varones se ven afectados de forma desproporcionada por las LCT, siendo casi dos veces más propensos a ser hospitalizados (con una tasa ajustada por edad de 79,9 frente a 43,7 en el caso de las mujeres). La tasa de mortalidad masculina era aún más alarmante, ya que los varones tenían tres veces más probabilidades de morir de una LCT que las mujeres (28,3 frente a 8,4).
Estas estadísticas nos recuerdan con crudeza el amplio y grave impacto de las lesiones cerebrales traumáticas. Subrayan la urgencia de adoptar medidas preventivas más enérgicas, mejorar los servicios sanitarios y llevar a cabo una investigación exhaustiva para reducir la carga que suponen los traumatismos craneoencefálicos y mejorar la calidad de vida de los afectados.