San Francisco se propone ambiciosamente ampliar el uso de la bicicleta al 20% de los desplazamientos para 2020. Sin embargo, la preocupación real por la seguridad sigue siendo el mayor obstáculo para la expansión del uso de la bicicleta en la ciudad. La reciente colisión entre un conductor sin carné (y potencialmente distraído) y el instructor de seguridad ciclista Bert Hill ilustra el precario estado de la seguridad ciclista en San Francisco.
El 31 de mayo, Bert Hill circulaba por la calle Bosworth de San Francisco, una vía ya señalizada. Hill, un conocido experto en seguridad ciclista en San Francisco, ha colaborado ampliamente con la ciudad para mejorar la seguridad de los ciclistas, desempeñando un papel clave en un reciente vídeo instructivo para los conductores de Muni sobre cómo interactuar de forma segura con las personas en bicicleta. Esta experiencia, sin embargo, no salvó a Hill de un conductor imprudente que le embistió por detrás.
Dadas las circunstancias del accidente, es probable que el conductor no estuviera prestando atención. Por suerte, el conductor no circulaba a una velocidad excesiva, y Hill solo sufrió una conmoción cerebral y contusiones.
Este incidente sirve de escalofriante recordatorio de los peligros de circular en bicicleta por calles compartidas con mucho tráfico. Si un instructor de seguridad ciclista no está seguro en un carril compartido, la pregunta es: ¿quién lo está? Cuando hay una diferencia de velocidad sustancial entre conductores y ciclistas, los carriles compartidos son fundamentalmente peligrosos porque siempre existe la posibilidad de que un conductor no esté prestando atención aunque uno circule en bicicleta de forma segura. Esta realidad subraya la necesidad de una mayor separación mediante carriles bici o, más preferiblemente, carriles bici en calles con mucho tráfico. También desacredita a los defensores del ciclismo vehicular, que sostienen que la bicicleta es segura siempre que los ciclistas circulen como si condujeran un coche.
Las balizas tienen su lugar. Constituyen un tratamiento adecuado en calles de baja velocidad, como los bulevares para bicicletas de Berkeley, y son una solución provisional aceptable o una medida de último recurso junto con otras medidas de pacificación del tráfico si el espacio no permite mejoras más contundentes. Pero cuando se trata de evaluar las líneas diagonales en lugar de las dietas de carretera que incluyen carriles bici o ciclovías, realmente no hay comparación: la separación y las velocidades más lentas significan seguridad.
Deseamos a Bert Hill una pronta recuperación y esperamos que este accidente sirva de recordatorio a todo el mundo, especialmente a los conductores, para que actúen con precaución. Todo lo que hace falta es una distracción momentánea: ¡ten cuidado ahí fuera!