No es ninguna sorpresa que el fútbol americano de instituto sea un deporte peligroso. Permitir que su hijo juegue significa aceptar el mayor riesgo de rotura de ligamentos, fractura de huesos y lesiones en la cabeza. Pero recientemente, los expertos en seguridad infantil han sugerido que el riesgo de lesiones en la cabeza podría ser mucho mayor de lo que se pensaba en un principio. En primer lugar, un informe del New York Times descubrió que, aunque los cascos son adecuados para proteger contra las fracturas de cráneo, a menudo no evitan las conmociones cerebrales. Ahora, Slate informa de que un equipo de la Universidad de Purdue ha descubierto que los estudiantes de secundaria pueden sufrir conmociones cerebrales sin mostrar síntomas físicos, lo que significa que podrían seguir jugando y, potencialmente, empeorar la lesión en la cabeza.
Cada año, predice el autor principal del estudio, Eric Nauman, hay un millón de jugadores de fútbol americano de secundaria. Entre estos jugadores, hay 67.000 conmociones cerebrales notificadas, pero el informe de Perdue sugiere que muchas más no se notifican, ya que los signos evidentes de una conmoción cerebral no son aparentes y los jugadores quieren seguir jugando. A continuación, Slate describe lo perjudiciales que pueden ser estas lesiones en la cabeza en los institutos:
En las colisiones, "G" es una unidad igual a la fuerza de gravedad. Un choque por detrás a baja velocidad causa un impacto de 10G a 30G. Un balón de fútbol que vuela alto aterriza en tu cabeza con una fuerza de unos 20G. Y luego está el jugador de fútbol del instituto que, según una evaluación reciente realizada por investigadores de Purdue, recibió un golpe en la cabeza durante un partido con una fuerza de 289 G, casi 300 veces la fuerza de la gravedad.
Lo que da más miedo es que los estudiantes de secundaria que sufren estos impactos en la cabeza sin lesiones visibles experimentan con toda probabilidad daños en el lóbulo frontal, la parte del cerebro que controla el "funcionamiento ejecutivo" y las habilidades motoras. [Vea también nuestra infografía sobre cómo afecta el lóbulo frontal a las habilidades de conducción de un adolescente]. "Parecen ser el resultado de golpes repetitivos en la parte superior-frontal de la cabeza", explica Nauman a Slate. "El reto es que en realidad no disponemos de pruebas complementarias que puedan evaluar la memoria de trabajo visual o el control de los impulsos. Así que es muy difícil encontrar a los jugadores de este grupo. Nuestro temor es que no se les diagnostique, sigan jugando y acumulen cada vez más daños."
Resolver el problema de las conmociones cerebrales va a requerir más tiempo e inversiones científicas. Pero en lo que respecta a las normas de seguridad de los cascos, el senador de Nuevo México Tom Udall ha iniciado una campaña para exigir una normativa más estricta instando a la Comisión Federal de Comercio a que investigue a los fabricantes de cascos por lo que denominó "afirmaciones de seguridad engañosas y prácticas fraudulentas" destinadas a embellecer la calidad de sus productos. "Los deportistas que ya han sufrido una conmoción cerebral", escribió a la FTC, "pueden ser especialmente susceptibles a las afirmaciones de marketing engañosas sobre la seguridad de los cascos".
Crédito de la foto: Anne Rossley