Esto ha llevado a los investigadores del campo de la psicología a iniciar una serie de estudios sobre los efectos del despliegue en la conducción. En palabras de la profesora Erica Stern, que realiza una investigación para el Pentágono: "No puedo hablar con alguien que haya regresado del servicio sin que me hable de problemas de conducción."
En el fondo, se trata de una paranoia e inquietud que hace que quienes padecen TEPT, incluso en los casos leves, "vean las situaciones ambiguas como hostiles". Esa sensación de estar en guardia, irónicamente, también parece distraer a los conductores de las señales normales de conducción, como las señales de stop y los semáforos en rojo, según un estudio.
Hasta ahora, el principal método de terapia parece consistir en ayudar a los veteranos a tomar conciencia de las situaciones que les ponen nerviosos y de cómo eso afecta a su conducción. Pero eso no puede hacer mucho para que los veteranos que asocian el acto con el peligro vuelvan a disfrutar de la conducción.
Cuando los militares sacrifican años de su vida por su país, resulta desgarrador ver cómo incluso los placeres más sencillos de su vida se ven empañados por la guerra a su regreso. Esperemos que los investigadores que ahora trabajan sean capaces de diseñar métodos para aliviar el estrés de conducir a quienes lo buscan.
Cabe mencionar que los veteranos cercanos al Área de la Bahía pueden participar en uno de estos estudios que se está llevando a cabo en el Veterans Affairs Palo Alto Health Care System por el Dr. Steven Woodward.
Esperemos que investigadores como el Dr. Woodward puedan encontrar formas de aliviar el estrés de la conducción para nuestros veteranos.
Crédito de la foto: ISAFMedia