Tras un año en el que Toyota se ha visto acosada por un flujo constante de reclamaciones que aceleración involuntaria causó accidentes de coche, lo que llevó a la retirada de más de 9 millones de vehículos en todo el mundo, el gigante automovilístico japonés ha tenido algunas buenas noticias en los últimos meses. La más reciente llegó ayer en un editorial del Día del Trabajo, en el que el Washington Post opina que los primeros datos indican que, en lo que respecta a la aceleración involuntaria, "la electrónica no fue el problema. Lo fue el error humano".
El mes pasado, The Wall Street Journal informó de que los datos de la National Highway Traffic Safety Administration mostraban que el 60% de los accidentes achacados a Toyota eran consecuencia de un error del conductor, no de la electrónica. Los partidarios de Toyota han utilizado este dato como un "dimes y diretes", argumentando que los abogados están exagerando el episodio para impulsar las demandas. Los defensores de los consumidores, por su parte, señalan que los primeros datos sólo incluían 58 casos, lo que dejaba miles sin investigar. Y el Departamento de Transporte ha dicho que la agencia "no ha sacado conclusiones ni publicado datos. Seguiremos los hechos e informaremos al público cuando nuestra investigación llegue a su fin".
El editorial del Postestima correctamente que cuando el presidente de Toyota, Akio Toyoda, compareció ante el Congreso en febrero, no iba a llamar mentirosos a los clientes de su empresa. También afirma con justicia que las comparecencias ante el Congreso pusieron de manifiesto "una relación demasiado estrecha para la comodidad entre la NHTSA y la industria que regula", al tiempo que fracasaron a la hora de "proporcionar claridad sobre lo que salió mal". Pero es un error asumir que los datos preliminares, basados en una muestra fragmentada, son indicativos de toda la flota de consumidores que reclaman aceleraciones involuntarias.
Los accidentes de Toyota relacionados con aceleraciones involuntarias en los últimos años no deberían considerarse ni completamente culpa de Toyota ni del consumidor. En lugar de existir dentro de este marco de blanco o negro, me parece que algunas de estas reclamaciones han sido legítimas, mientras que otras han sido problemas de los clientes erróneamente asumidos como culpa de Toyota. Así que, aunque el Post concluye con la advertencia de que "la única respuesta es que el cliente no siempre tiene razón", deberían esperar a un análisis más completo antes de determinar que Toyota siempre la tiene.
Crédito de la foto: Stefano A