Ojalá esto hubiera ocurrido antes, pero supongo que es una de esas situaciones de "más vale tarde que nunca". En respuesta a la devastadora explosión de una tubería en San Bruno, el Departamento de Transportes se ha comprometido a presentar un plan para mejorar la seguridad de los gasoductos. Entre otras mejoras, la propuesta aumentaría de un millón a 2,5 millones de dólares la multa máxima por infracciones de las normas de seguridad de los gasoductos que impliquen muertes o daños medioambientales graves, y añadiría 40 reguladores de seguridad al Departamento de Transporte para 2015.
Las nuevas mejoras de seguridad son un importante paso adelante, pero cabe señalar que PG&E, que supervisaba la tubería que explotó la semana pasada en San Bruno, tiene un historial de eludir las normas de seguridad ya existentes:
En 2008, la Administración de Seguridad de Tuberías y Materiales Peligrosos, que regula los gasoductos del país, encargó un informe en el que se constataba que la degradación de las costuras de las tuberías puede producirse sin apenas daños evidentes, lo que las hace susceptibles de sufrir fugas o daños más graves. En 2004, la PHMSA exigió que todas las grandes empresas de transporte de gas realizaran "evaluaciones basadas en el riesgo" para situaciones de alto peligro en zonas pobladas. Como informa el Wall Street Journal, "parece que no se tomó ninguna de las medidas especiales en el caso de la tubería de San Bruno que explotó".
Es probable que la nueva propuesta no se aplique a PG&E en el caso de la explosión del oleoducto de San Bruno la semana pasada. Pero la empresa de servicios públicos del Área de la Bahía se ha mostrado dispuesta a asumir la responsabilidad por su papel en el accidente. "Si en última instancia se determina que fuimos responsables de la causa del incidente, asumiremos nuestra responsabilidad", declaró la empresa en un comunicado el jueves pasado. Y a principios de esta semana, PG&E destinó 100 millones de dólares para ayudar a la reconstrucción de la ciudad de San Bruno.
Pero con cuatro muertos, más de 50 heridos y más de 40 casas destruidas, es importante que el gobierno promulgue leyes más estrictas que obliguen a las empresas de servicios públicos a ser más conscientes de la seguridad. De lo contrario, estos accidentes se repetirán una y otra vez. Este mismo mes se han registrado fugas en oleoductos de Canadá y el Medio Oeste estadounidense. Y en la última década se han producido numerosas explosiones peligrosas de oleoductos, incluida la explosión del oleoducto de Walnut Creek en 2004, en la que murieron cinco personas y que dio lugar a importantes demandas judiciales litigadas en parte por los abogados de GJEL Jim Larsen y Luke Ellis.
La necesidad de normas de seguridad más estrictas para los oleoductos es evidente. Esperemos que la cuestión no quede empantanada por una miríada de intereses políticos y obstáculos industriales que seguirían poniendo en peligro a los consumidores californianos.
Crédito de la foto: smi23le