Como mencionamos hace unas semanas, el Instituto de Seguros para la Seguridad en las Carreteras está impulsando una legislación que obligaría a los estados a exigir dispositivos de bloqueo para todas las condenas por conducir ebrio o arriesgarse a perder los fondos federales para autopistas. Ahora que el proyecto de ley de transportes del Senado incluye una disposición por la que se encarga a la Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en Carreteras que estudie "un despliegue más generalizado de la tecnología integrada en los vehículos", el debate sobre cómo controlar la conducción bajo los efectos del alcohol empieza a calentarse.
El proyecto de ley de transportes del Senado animaría a la NHTSA (a través del Sistema de Detección de Alcohol en el Conductor para la Seguridad, una colaboración con la industria automovilística) a desarrollar una tecnología "mucho menos intrusiva" que los dispositivos de bloqueo que podría estar disponible como opción en los vehículos nuevos. Mientras que muchos defensores de la seguridad aplauden la disposición de investigación como una gran manera de explorar nuevas formas de frenar la conducción bajo los efectos del alcohol, algunos opositores temen que esto podría ser el primer paso hacia la obligatoriedad de estos dispositivos en todos los vehículos nuevos.
Del mismo modo, tanto la versión de la Cámara de Representantes como la del Senado del proyecto de ley de transporte de superficie exigen que los estados que deseen recibir la totalidad de los fondos de seguridad que se les asignan regularmente obliguen a todos los infractores por primera vez por conducir bajo los efectos del alcohol a instalar un dispositivo de bloqueo si quieren seguir conduciendo.
Como ya hemos comentado antes, las estadísticas respaldan la eficacia de los dispositivos de bloqueo como elemento disuasorio de la conducción bajo los efectos del alcohol. En el Estado de Washington, la tasa de reincidentes se redujo en un 12% tras la entrada en vigor del programa, y en Nuevo México, las muertes relacionadas con la conducción bajo los efectos del alcohol disminuyeron en un 35% en cuatro años tras la ampliación del mandato para incluir a los infractores por primera vez.
La cuestión más importante es si este tipo de mandato único es o no la mejor manera de abordar un problema muy grave. Dado que no todas las infracciones por conducir bajo los efectos del alcohol son de la misma gravedad, ¿tiene realmente sentido tratar igual a una persona con una tasa de alcohol en sangre de 0,09 que a otra con una tasa de alcohol en sangre de 0,15 o superior? Como afirma un crítico: "Tratamos de forma diferente a los distintos tipos de infractores, así que seguimos queriendo algún tipo de respuesta proporcional".
Además, el Consejo de Bebidas Espirituosas Destiladas también se opone al requisito y afirma: "Seguimos apoyando firmemente el uso de la discreción judicial y la educación" para las infracciones que no sean "graves".
A pesar de las preocupaciones que suscita el proyecto de ley, es difícil rebatir las estadísticas. En los 16 estados con un mandato de "todos los delincuentes", la prueba está en los resultados. Aunque será interesante ver si estas disposiciones sobreviven al debate y llegan intactas al Senado, el mero hecho de mantener esta conversación es sin duda un paso en la dirección correcta.
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