Un reto clave en la planificación, financiación y ejecución de proyectos para ciclistas y peatones es la falta de buenos datos para orientar la formulación de políticas. Como señala Janie Nham en el NRDC Switchboard, la recopilación de datos sobre ciclistas y peatones se limita generalmente a la Encuesta sobre la Comunidad Estadounidense (ACS) y la Encuesta Nacional de Viajes Domiciliarios (NHTS). Cada una de estas encuestas tiene limitaciones significativas: la ACS sólo cuenta los viajes al trabajo a través de un único modo (en contraposición a los viajes a la tienda de comestibles o los viajes a través de múltiples modos); la NHTS cuenta todos los viajes, pero sólo se administra una vez cada década y tiene una triste tasa de respuesta del 20%. Ninguna de las dos encuestas proporciona una buena idea de los orígenes, destinos y rutas recorridas, y los datos de las administraciones locales no suelen ser mucho mejores.
La aplicación Strava cubre un interesante nicho como agregador de datos sobre caminar, correr y montar en bicicleta: permite a los usuarios hacer un seguimiento de sus rutas y compila estos datos en bonitos mapas que muestran las rutas más populares para caminar, correr y montar en bicicleta en una zona determinada. Los resultados cuentan una historia interesante que ha tenido cierta repercusión en la prensa.
Sin embargo, al evaluar los datos de Strava es necesario resistirse a la tentación de sacar conclusiones para la elaboración de políticas. Strava tiene algunos defectos importantes:
- Los datos están muy sesgados hacia los viajes recreativos
- Los usuarios de la app no son representativos de la población general
Observa los mapas de calor de Strava para el Área de la Bahía y Los Ángeles (rojo = mayor uso):
Como era de esperar, los carriles bici y las carreteras rurales con colinas son los corredores más utilizados en la aplicación Strava. Estos datos son un claro reflejo de su base de usuarios, que se inclina hacia los ciclistas recreativos. Es cierto que hay usuarios que realizan todos sus viajes en bicicleta con la aplicación, pero parecen ser minoría. Por ejemplo, es probable que en Telegraph Ave, en Oakland, haya más ciclistas a diario que en Skyline Blvd, pero menos personas registran sus viajes en Telegraph.
Otro aspecto clave que se desprende de los datos es la falta de usuarios en zonas predominantemente minoritarias. Si nos fijamos en los datos de Strava, se podría suponer que nadie va en bicicleta en zonas minoritarias o de bajos ingresos como Richmond, East Oakland o el sur y el este de Los Ángeles, lo que perpetúa la idea de que el uso de la bicicleta se limita a los jóvenes hipsters blancos. Sin embargo, ocurre todo lo contrario: como Sahra Sulaiman relata una y otra vez para StreetsblogLA, muchas personas del sur y el este de Los Ángeles confían en la bicicleta para desplazarse, y existe una cultura de la bicicleta bien desarrollada (a pesar de los diseños de las calles, a menudo peligrosos, de estas zonas). Lo que ocurre es que la mayoría de la gente no utiliza Strava para hacer un seguimiento de sus viajes.
Strava es una gran herramienta y produce datos muy interesantes. Asegurémonos de que estamos interpretando esos datos correctamente.